A veces me he pregunto que estará pensando la gente cuando habla conmigo, ¿qué clase de primera impresión daré? La realidad es que muchos quieren sentirse aceptados, queridos, quieren sentir esa sensación de pertenencia, pero, a fin de cuentas, ¿cuál es el punto? ¿Tener alguien con quién salir?, ¿con quién comer, con quién verse aceptado? No tengo idea.
Hablando con total sinceridad desde la escuela y he sido la chiquita que no hace amigos, o que hace amigos de vez en cuando está con ellos y de vez en cuando vaga sola en el recreo. El punto es que nunca supe que era ese tipo de persona, hasta que mis "compañeritos" lo empezaron a decir, la chiquita nueva, la rara. Las cosas normales para una persona, son anormales para otras, por lo tanto, ser siempre así para mi era lo normal, lo que hacia siempre.
Tengo una memoria gravada de cuarto grado de escuela, hace como una centuria, una compañera del grupito con el que a veces pasaba en los recreos y a veces no, me preguntó en el tono más exigente y curioso que puede tener un estudiante de cuarto grado si los ángeles que estaban esculpidos en la entrada del salón de actos algunas vez me respondían. Estaba en la Escuela Juan Rafael Mora Porras que está por el Paseo Colón y como toda escuela vieja tiene toneladas de leyendas que simplemente todos conocer y una de ellas era la de esos benditos ángeles, que un año veían de lado y el siguiente de frente, que cantaban en las noches, que le hablaban a algún estudiante una vez perdida.
El frente del salón de actos era algo así como el límite entre el patio de los niños grandes y el de los niños pequeños, por lo que en mis tiempos no era un lugar tan frecuentado más que por los niños que jugaban escondido, pero de alguna manera mis compañeros se las ingeniaron para saber que yo pasaba ahí en los recreos. Como yo era la chiquita rara y como la pregunta me dio risa, no hice más que aprovecharme de la situación y le contesté que si. La historia terminó en media clase traumada y el resto llorando en las faldas de la profe guía.
La realidad: era tiempo de zompopas y esas cabronas se daban un vuelton por la escuela, como me pareció interesantísimo en ese momento me puse a contar cuantas hormigas llevaban carga y cuantas solo estaban vagabundeando siguiendo al resto. Si alguno de los ángeles me hubiera hablado en la vida real, el día de hoy seguiría escondida debajo mi mamá y con hardcore terapia psicológica.
El punto es que siempre he tenido ideas un tanto diferentes y siempre he disfrutado el tiempo que paso en solitario. Así mismo, es divertido estar con gente alrededor pero si a eso le sumamos que siempre he tenido una imaginación un tanto psicodélica debo de aceptar que me divierto un poco más estando sola.