Llevo un tiempo ya sin escribir ni una sola letra en este espacio, debería tener mil cosas para decir, mil temas atrasados pero no se me ocurre nada y si espero algo de inspiración para otra entrada mi ausencia se prolongará unos 1000 años más de modo que me limitaré a resaltar unos cuentos puntos que se convirtieron en mi vida desde el martes 9 de marzo.
Me encontré, de alguna manera comprendí muchas cosas acerca de mi, cosas que había tratado de ignorar y cosas que me gritaban les brindara un poco de atención; como me suele suceder, lo comprendí muy tarde, cuando ya no se podía hacer más que lamentarse por el tiempo perdido y desear mil máquinas del tiempo para hacerlo todo de nuevo, para empezar de cero.
Me perdí, en el vacío, en la oscuridad, en la tristeza, pero encontré algo de luz y me aferré a ella, acepté que lo que no podemos cambiar nos hace perder una oportunidad, pero nos ayuda a crear otra realidad; que aunque no pueda reemplazar a la anterior puede brillar tanto que vuelve gris los tiempos amargos. Se de su potencial, espero poder crearla.
Me alimenté, comí muchas cosas nuevas y muchas conocidas, comí odio, amor, felicidad; comí triunfo y fracaso casi del mismo plato; comí pérdida hasta que ya no puede más. Comí intensiones escondidas y sonrisas falsas de cucharas que me siguen sorprendiendo; mientras me dieron apoyo y amor de cucharones conocidos, que siempre estarán llenos para mí.